Las elecciones presidenciales y legislativas en la República
Democrática del Congo (RDC) están a la vuelta de la esquina. Si los
planes de la CENI (Commission Electorale Nationale Indépendante)
se cumplen, el 28 de noviembre las congoleñas y congoleños podrán
votar aquellos políticos y partidos que van a representar sus
intereses durante los próximos cinco años (eso en teoría, claro).
A medida que las elecciones se acercan, el nerviosismo y la
incertidumbre aumentan. Ya se han producido
varios enfrentamientos en Kinshasa entre la policía y los seguidores
de uno de los principales partidos de la oposición, el UDPS (l'Union pour la démocratie et le progrès social).
Todo el mundo -comunidad internacional incluida- es consciente de que
si estas elecciones fracasan, el círculo vicioso de la violencia
podría volver a activarse en el corazón de África. Mirar hacia
atrás da vértigo: cerca de 5 millones de muertos durante los
últimos 15 años, el conflicto más mortífero desde la Segunda
Guerra Mundial. Mirar hacia adelante es una necesidad y una
obligación para la población de este sufrido país.
Las ONG, los analistas políticos y los medios de comunicación
contemplan diversos escenarios post-electorales. Pero la realidad es
que este país es totalmente imprevisible y por lo tanto, todos
los escenarios son igualmente probables. Algunos congoleños
afirman convencidos "Si Kabila (el actual Presidente) gana,
habrá guerra"; otros, con la misma convicción afirman todo lo
contrario: "Si Kabila pierde, habrá guerra". Algunos
rumores afirman que pequeñas milicias se están formando en el este
del país para activarse en caso de que estallara un nuevo conflicto
tras las elecciones. Pero muchos ciudadanos, menos alarmistas,
afirman que el día después de las elecciones, la gente se dará
cuenta de que los malos augurios no se han cumplido, y simplemente la
joven democracia congoleña seguirá su curso. Por si acaso, puesto
que más vale prevenir, varias ONG internacionales que trabajan en Kivu Norte ya tienen
listos los planes de evacuación para sacar a su personal
expatriado del país a mediados de noviembre, dos semanas antes de
los comicios.
Fragmentada,
sin un programa alternativo de gobierno claro y con menos medios
propagandísticos que la potente maquinaria electoral oficialista, la
oposición política al Presidente Joseph Kabila no lo tiene fácil
para ganar las elecciones.
Para más inri, la revisión
constitucional promovida por el Presidente en enero de 2011,
que eliminó la segunda vuelta de la elección presidencial, deja a
los adversarios de Kabila sin posibilidades de victoria a menos que
toda la oposición se una bajo un solo candidato en la primera y
única vuelta. ¿Lo conseguirán? Hasta la fecha, los candidatos más
populares de la oposición, el veterano Etienne
Tshisekedi
(UDPS) y el ex-portavoz del Parlamento Vital Kamerhe (UNC-Union pour la Nation Congolaise)
no parecen muy dispuestos a unir sus fuerzas.
El
descontento de la población por los pobres resultados obtenidos por
el gobierno de Kabila es generalizado. La frustración y enfado del
pueblo al ver que sus condiciones de vida no han mejorado durante los
últimos 5 años es palpable, especialmente en el este del país, que
fue el feudo electoral de Kabila en 2006. Sin embargo, debido a los complicados
mecanismos de la democracia congoleña, y a la división de la
oposición, una
nueva victoria de Joseph Kabila es cada vez más probable.
Esta paradoja política es un peligroso caldo de cultivo que podría
fácilmente llevar a un estallido violento tras las elecciones, en
caso de re-elección del actual Presidente.
Con
o sin elecciones, la
inseguridad sigue reinando en el este del país (principalmente
en las Provincias del Kivu Norte, Kivu Sur y Oriental). Seis
trabajadores congoleños de la ONG alemana Agro-Action
allemande (AAA)
fueron secuestrados
por el grupo armado de los Mai-Mai
el
el Kivu Norte entre el 10 y el 18 de setiembre. La milicia exigía el
pago de 100.000 dólares como rescate. Finalmente las negociaciones
condujeron a la liberación de todos los secuestrados (la ONG negó
lógicamente haber pagado ningún rescate). El pasado domingo otra
sección de este mismo grupo armado secuestró
cerca de Butembo a dos chicas y un chico,
por los que pide un rescate "ligeramente" inferior al
exigido a la ONG: 300 dólares (queda claro que el importe del
rescate exigido por los Mai-Mai se adapta a la capacidad económica
de los secuestrados). Según activistas locales de Derechos Humanos,
los milicianos podrían estar usando a las dos chicas como esclavas
sexuales, una práctica habitual entre los grupos armados de la zona.
Estos dos sucesos (una pequeña parte de todos los que se dan
cotidianamente en el este del país) ilustran la
inseguridad con la que tendrá que lidiar el Presidente
que surja de las urnas el 28 de noviembre.
La
RDC necesita que las
elecciones de noviembre transcurran de forma transparente y
tranquila,
y el resto del continente también. Un tropiezo de este gigante con pies de barro, se haría sentir en media África.
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