dimarts, 26 de juliol del 2011

Una experiencia religiosa (pentecostista)

Aunque la experiencia religiosa que me dispongo a contar sucedió en el mes de junio, no quería dejar de compartirla con vosotras y vosotros.

Antes que nada, quiero hablar de Moïse Kambere, un personaje singular. Moïse es el Secretario Permanente de GADHOP, la red de ONG de Derechos Humanos con la que trabajo, cuya sede se encuentra en Butembo. Junto a él, otras 5 personas trabajan en el Secretariado Permanente, que es el órgano ejecutivo de la red. Moïse es, hasta ahora, la persona más extraordinaria que he conocido en la RDC. Entre otras virtudes destaco su integridad, su flexibilidad, su trato amable, su visión estratégica y la importancia que da a la calidad en el trabajo.

Moïse no es sólo el representante de GADHOP; es también una suerte de líder espiritual, una especie de cura laico que despierta profundo respeto entre los que le rodean. Es diplomado en filosofía en el Institut Supérieur Emmanuel d'Alzon de Butembo (ISEAB), que pertenece a la orden de los Padres Asuncionistas, vinculada a la iglesia católica. De hecho iba para cura, hasta que en 1993 dejó el seminario. Ya liberado del voto de castidad, se casó en 1996 y formó una familia; actualmente tiene 3 hijos y 1 hija. En 2007 se produjo otro cambio profundo en su vida: abandonó el catolicismo, se pasó a la competencia protestante y se integró en la Assemblée Pentecôtiste Évangélique pour le Réveil. No sólo cambió de iglesia; también de nombre: de Godefroid a uno bastante más bíblico, Moïse (Moisés en castellano).

Moïse es un hombre que reza tres veces cada día y sacraliza todos los aspectos de su vida: el trabajo, la comida, la familia, etc. Mi primer día en GADHOP empezó con una oración suya, junto a todo el equipo del Secretariado, en la que dio gracias a Dios por mi presencia, y le pidió que me ayudara para que mi trabajo en el Congo fuera fructífero. Aunque normalmente no soy muy sensible a este tipo de ritos religiosos, reconozco que sus palabras me emocionaron. En general, a los europeos les llama la atención la profunda religiosidad que impregna la sociedad congoleña. A mi me sorprende menos; supongo que son las secuelas de haber vivido 4 años en la Tierra Santa.

Un buen día de junio le comenté a Moïse que algún domingo me gustaría ir con él a su iglesia. Sus ojos se iluminaron y reaccionó con una gran sonrisa, pero ante la expectativas proselitistas creadas, le dejé claro que simplemente quería ver la misa, porque me llamaba la atención, pero que eso no quería decir que iba a ir cada domingo. Respondió que lo entendía, pero que igualmente estaría encantando de que yo le acompañara.

El día D (de domingo) llegó. Moïse me mandó un chófer a casa, que me recogió y me llevó a la iglesia. Como era de esperar, yo era el único muzungu entre los fieles. Mi anfitrión ya me había avisado que la ceremonia duraba cerca de 4 horas, de las 9 a las 13h. "Habrá momentos duros" -pensé- "pero vale la pena verlo". La iglesia era relativamente grande, aunque extremamente austera y sin ningún tipo de decoración interna; su construcción era claramente el fruto de los limitados recursos económicos de la comunidad de fieles. Encendieron el generador eléctrico -que se oía a lo lejos- y de golpe los amplificadores, las guitarras eléctricas y otros instrumentos cobraron vida. En los platillos torcidos y rotos de la batería se reflejaba la pobreza del país. Pero la espléndida demostración de música, canto y baile que siguió fue la muestra de lo mucho que se puede hacer con poco.

Las horas pasaron y fui testigo de una extraña mezcla de cultura congoleña, métodos evangélicos made in USA y animismo africano; sincretismo puro y duro. El repertorio fue variado: deliciosos bailes; lindas canciones religiosas en swahili; profetas en pseudo-trance hablando en el nombre de Dios; el pastor-showman exclamando, gesticulando y retorciéndose; exorcismo-expiación de pecados de alguno de los fieles por imposición de manos. En un momento dado, Moïse, que estaba a mi lado, me susurró al oído que la tradición era que los nuevos se presentaran a la comunidad. "Tierra trágame", pensé. Llegó mi turno, y me identifiqué en francés, ante la mirada atónita de los asistentes; Moïse tradujo al swahili mis palabras, añadiendo algunas de su propia cosecha.

Foto tomada el Día D. Moïse a la derecha, el muzungu a la izquierda (mimetizado con la pared)

Durante la ceremonia, Moïse me contó que su mujer es una de las 9 o 10 "profetas" de la comunidad, que tienen el don de hablar en nombre de Dios. En varias ocasiones, ella empezaba a hablar a toda velocidad, toda la iglesia escuchaba en silencio, y el pastor se retorcía antes sus palabras y daba alabanzas a Dios.

Los bailes y cantos se extendieron en algunas ocasiones a 30 o 40 minutos, non-stop. Aunque me mostré un poco cohibido al principio, moviendo una pierna y una mano rítmicamente, viendo el despelote general me fui animando y al final poco me faltó para lanzarme al suelo en plan break-dance; de tanto dar palmas, acabé con algunos hematomas en los dedos. Pero pasaron las 4 horas, mis fuerzas empezaban a menguar (sobretodo debido a los largos sermones en swahili), y le pregunté a Moïse cuánto faltaba para el final. Para mi sorpresa, me comentó que a veces podía alargarse hasta 5 o 6 horas, pero que podía irme si quería. Miré a mi alrededor, evalué las posibilidades de que el único muzungu del lugar se fuera a media ceremonia -con la decepción colectiva que eso podía generar- y llegué a la conclusión de que eran nulas. Hice de tripas corazón, y aguanté hasta el final. A las 14,30h, la ceremonia acabó.

Días después, en la oficina de GADHOP, Moïse me comentó que su mujer, durante su estado de consciencia profético, me había dedicado (o mejor dicho Dios, a través de ella) el Salmo 1 versículo 2 del Nuevo Testamento: "Feliz el hombre que encuentra su placer en la ley del eterno y la medita día y noche". Tomo nota.

Cuando le comenté a Moïse que iba a hablar de él en mi blog, me pidió que os diera su dirección e-mail (moses.kkayit@gmail.com), para que le mandéis "intenciones de plegaria". Es decir, vosotras y vosotros le pedís algo o alguien por quien orar, y él lo hará. Así de fácil. Quien no se salva, es porque no quiere.

2 comentaris:

  1. Y me puedo comunicar con Moïse en castellano, inglés, euskera o portugués o tengo que hacerte partícipe de mis intenciones de plegaria para que se las traduzcas??! Mi swahili está un poco oxidado últimamente.
    Por cierto, aclara a la señora de Moïse que tú sólo meditas por la mañana, que lo del resto del tiempo son little naps.
    Bss

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  2. Querida Lutxi, tendra que ser en frances. Si quieres pasame el texto, y te lo traduzco. El swahili lo tienes que practicar, sino lo vas olvidando. Aun recuerdo esas charlas en swahili que teniamos en el Austrian Hospice. Sobre mis little naps, ahora no estoy tan napsolectico como hace un tiempo. Cuando nos veamos en Bilbo lo veras (o no)

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