El pasado jueves 20 de octubre, un rumor empezó a extenderse como
la pólvora por todo el mundo: Muammar Gaddafi, el ex-dictador
libio, había sido asesinado en Sirte durante un ataque de las tropas
rebeldes del Consejo Nacional de Transición (CNT), con el apoyo de
la OTAN. Las declaraciones, fotos y vídeos que fueron apareciendo en
los medios de comunicación internacionales confirmaron finalmente su
muerte. Con la caída de Sirte -que era el último enclave que
quedaba en las manos de los Gaddafistas- y la desaparición del
"Hermano Líder", la "liberación" de Libia está
consumada.
La muerte del ex-"Guía de la Revolución Libia" ha
despertado reacciones encontradas en todo el planeta. En el mundo
árabe, en general, la noticia fue recibida con alegría y esperanza.
La calle árabe considera la caída de Gaddafi como un éxito más
del formidable movimiento de rebelión ciudadana conocido como la
"Primavera árabe", que ya ha conseguido tumbar a tres
dictadores de la región (Ben Ali en Túnez, Mubarak en Egipto y
Gaddafi en Libia) y amenaza con tumbar a otros tantos (Al Assad en
Siria, Saleh en Yemen, etc.).
Entre los países occidentales que han apoyado a la rebelión libia a través de la OTAN -principalmente Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos- la noticia del magnicidio fue recibida con una euforia más o menos disimulada. El fin del régimen Gaddafista supone una gran victoria política y económica para estas tres potencias occidentales. Pronto se verá si la inversión de la OTAN ha sido rentable y los rebeldes del CNT, ahora en el poder, muestran su gratitud por el apoyo recibido concediendo jugosos contratos de explotación petrolera a las multinacionales de los países de la Alianza. Sin embargo, el más que probable auge del islam político en la Libia post-Gaddafi también despierta gran inquietud entre los occidentales.
En el África negra, la reacción por la muerte del ex-dictador libio
ha sido muy diferente. Tanto sus defensores como sus detractores
coinciden en que la desaparición del ex-Guía libio supone también
la desaparición de un símbolo de la unidad africana. Tras volcarse
en el pan-arabismo socialista durante cerca de 40 años sin obtener
resultados concretos, la ideología de Gaddafi fue evolucionando hacia el
pan-africanismo; el ex-Guía libio dio el giro definitivo hacia su nuevo credo en
1998. Su nueva pasión africana le llevó incluso a afirmar, "Quiero
que Libia sea un país negro. Por lo
tanto, recomiendo a los hombres libios que se casen sólo con mujeres
negras, y a las mujeres libias que se casen sólo con hombres
negros". Fue también un gran
impulsor de la unidad africana, particularmente de la Unión Africana
creada en 2002, y nunca dejó de soñar en unos "Estados
Unidos de África". Su visión y las generosas inversiones libias en la
región subsahariana -no exentas de ambición geopolítica- le
convirtieron en un líder admirado y respetado tanto por los
gobiernos como por los pueblos del continente empobrecido. En 2008,
fue incluso nombrado "Rey de reyes de África" en un foro
de reyes tradicionales africanos.
Desde el día 20 he estado preguntando a los congoleños qué habían
sentido al saber que el ex-dictador libio había sido asesinado. La
mayoría de personas consultadas, mujeres y hombres por igual, me
contaron que se sienten tristes por su muerte. Algunas de estas
personas afirmaron incluso sentirse huérfanas, "porque Gaddafi
era como un padre para los africanos". Y no sólo sienten
tristeza; también rabia por la forma
tan indigna y miserable en la que fue asesinado por la OTAN y los
rebeldes de la CNT. Una becaria de Veterinarios sin Fronteras con quien hablé, exclamaba indignada "¿Por qué los medios de
comunicación han mostrado las imágenes de Gaddafi herido y
agonizante, y en cambio no permiten al mundo ver las imágenes de los
soldados estadounidenses que mueren en Iraq"?
La pasión africana por el ex-dictador libio me recuerda a la del pueblo palestino por otro dictador árabe: el iraquí Saddam Hussein. Para la mayoría de palestinos y palestinas, la represión salvaje del régimen de Saddam contra su pueblo y las masacres contra las poblaciones kurdas y shias que tuvieron lugar en ese país son secundarias; lo realmente importante es que el ex-dictador iraquí apoyó a capa y espada la lucha del pueblo palestino contra la ocupación israelí, mientras la comunidad internacional les ignoraba y el resto de gobiernos árabes se llenaba la boca con la causa palestina pero de facto les abandonaba a su suerte. Los palestinos aún se refieren a Saddam como "Sakkar il-arab", el "Halcón árabe".
De la misma forma que Palestina es indulgente
con su ex-protector iraquí, una gran parte del África negra deja de lado, o
simplemente desconoce, los crímenes que el fallecido "Hermano
Líder" cometió contra su propia población y contra otras
poblaciones del mundo (mediante el apoyo a un sinfín de
organizaciones terroristas); lo más importante para los africanos es
que, mientras Occidente explotaba sus recursos naturales y les dejaba
morir de hambre, Gaddafi creyó en la dignidad, la fuerza y la unidad
de su continente. Y puso la potente economía libia al servicio de
ese proyecto.
La mayoría de marginadas y marginados del mundo, ya sean palestinos
o africanos, están dispuestos a pasar por alto los crímenes de
aquellos regímenes políticos que les apoyan y dan la cara por
ellos. Cuando tienes pocos amigos en un mundo lleno de enemigos, los
defectos de tus amigos son irrelevantes.
Cartel comprado en Butembo. Texto en swahili: "El coronel Gaddafi luchando contra los bandidos".
En inglés: "Muestra amor por una África unida. Muestra sus héroes"