dimecres, 17 d’agost del 2011

La energías "alternativas" de Butembo

Vuelvo al blog después de varios días de desconexión, literalmente hablando. Vodacom, el principal proveedor de Internet en el este del Congo, nos ha tenido incomunicados durante 6 días enteros. A ello hay que añadir que durante los últimos días los dos principales operadores de telefonía móvil (Airtel y Vodacom) tampoco han funcionado (siendo lo segundo mucho más grave para los congoleños, teniendo en cuenta su uso masivo del teléfono móvil y el uso marginal que hacen de Internet). Este es el estado de las telecomunicaciones en la RDC, que se encuentra a años luz del que gozamos en Europa. Es lo que en desarrollo se conoce como la "brecha digital".

No sólo hay problemas de acceso a Internet; la calidad del servicio también es pésima. Éste llega a sus escasísimos clientes congoleños exclusivamente por vía satélite, puesto que no existe una red de telefonía fija por cable de cobre, tal como la conocemos en Europa. Además, el país está desconectado de las autopistas de fibra óptica regionales. Como resultado, navegar por Internet en la RDC es una experiencia generalmente desesperante...Las revueltas árabes y sus jóvenes expertos en el uso de Facebook, You Tube, Twitter, etc. quedan muy lejos de estas latitudes.

Hoy quiero contaros qué supone vivir en una ciudad como Butembo, a nivel energético. Sin ir más lejos, quiero hablaros del consumo energético en mi casa.

Cada mañana hacia las 6am (excepto sábados y domingos) llega a casa Joseph, nuestro asistente doméstico, que se encarga de lavar la ropa, limpiar y otras cuestiones logísticas; trabaja hasta las 17h, la hora en la que llega Jeannot, el vigilante nocturno. Soy consciente de que es un lujo contar con Joseph, un servicio con el que no cuentan todos los expatriados. Pero a fin de cuentas, llegué a esta casa y ése era el sistema, y así seguirá funcionando cuando yo me vaya. En cualquier caso, el lujo es relativo cuando se tiene en cuenta que Joseph cobra solamente 120 dólares al mes...un sueldo que ya es muy superior a la media congoleña, que se encuentra entre 30 y 50 dólares mensuales.

Lo primero que hace Joseph al llegar a casa es poner a calentar un recipiente de agua en la cocina, con gas butano. No es la única manera: en la primera casa donde estuve al llegar a Butembo, el vigilante calentaba el agua con carbón. Al cabo de media hora, vierto el agua -que ya está a punto de ebullición- en un balde lleno de agua natural y con el resultado de la mezcla, tomo mi "ducha" matinal. 


Normalmente durante el día no encendemos el generador (que en francés tiene el pomposo nombre de groupe electrogène), de forma que no hay electricidad en la casa. Cada litro de carburante cuesta unos 2 dólares, algo que pesa como una losa sobre la economía de la ciudad y del país entero. ¿Y cómo plancha la ropa Joseph? Evidentemente -o no- con una plancha que contiene brasas de carbón en su interior. Una imagen que nos transporta, a la mayoría de nosotras y nosotros, a la época de nuestros abuelos. Pero en el Congo, esta es la realidad, hoy.


Después de trabajar todo el día, vuelvo a casa hacia las 18h, la hora en que anochece. Si por desgracia el trabajo me absorbe más allá de esa hora, tengo que dejar la bici en la oficina y volver en moto-taxi; al no existir iluminación pública en la mayoría de calles de la ciudad, circular de noche se hace impracticable, además de peligroso. Una vez en casa, con el sol de retirada, es el momento de encender el generador eléctrico. De golpe, su ruido lo invade todo. Pero para cualquiera que lleve unos meses viviendo en Butembo, ese ruido no es más que el ligero zumbido de una mosca cojonera, al que te acabas acostumbrando. Finalmente, el último que se va a dormir (normalmente es Amy, la chica de los EEUU con la que comparto la casa), apaga el generador. Vuelve el silencio.


Como ya habréis deducido, como menos vida social se tiene en Butembo, más horas en casa por la noche, más consumo energético y más gasto económico. Generalmente, visitar a los amigos es una práctica recomendable; en Butembo, más.

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