dilluns, 29 d’agost del 2011

Entre el Congo y Palestina

Durante mi estancia en Butembo -ya son 3 meses- he tenido la posibilidad de ir aprendiendo sobre la ciudad, el país y la región de los Grandes Lagos. Mi ignorancia sobre este lugar del mundo ya no es total como hasta hace poco, pero sigue siendo enorme. Antes de llegar al Congo, he vivido 4 años en Palestina, y durante estos últimos meses no he podido evitar comparar ambas realidades, que en principio poco tienen que ver. Sorprendentemente he hallado más similitudes de las que esperaba encontrar; son las siguientes:
  • Durante la primera (1996-1997) y segunda (1998-2003) guerras del Congo, que azotaron especialmente el este del país (Provincias de Kivu Norte, Kivu Sur y Oriental), la comunidad internacional fue testigo de cómo la población civil congoleña era masacrada (hasta 5 millones de muertos) por los múltiples actores en conflicto y sin embargo aquélla miró hacia otro lado. Los gritos de auxilio del pueblo congoleño fueron ignorados durante años. Como en Palestina
  • Durante la segunda guerra, Ruanda, Uganda y Burundi ocuparon el este del país con la complicidad de la comunidad internacional y particularmente de Estados Unidos, que tenía una relación privilegiada con estos 3 países. Como en Palestina
  • Mientras la administración de los Estados Unidos hablaba de una solución negociada y del respeto a las fronteras de la RDC, sobre el terreno estaba ofreciendo apoyo político, técnico y militar a los países invasores, especialmente a Ruanda. Como en Palestina
  • Ruanda, el principal invasor del este del Congo, sufrió un genocidio de su población tutsi y hutu moderada en 1994, cuyas consecuencias acabó pagando el sufrido pueblo congoleño, que nada tenía que ver en ello. Como en Palestina
  • El régimen tutsi de Ruanda, en el poder desde 1994, manipuló durante las dos guerras del Congo -y sigue manipulando- a la comunidad internacional para ocultar los crímenes que cometió en la RDC. Ruanda sabía que la mala consciencia de la comunidad internacional -que se siente culpable por no haber impedido el genocidio tutsi mientras éste se producía ante sus ojos- le daba carta blanca para cometer más crímenes. Como en Palestina
  • Ruanda, con el pretexto de proteger sus fronteras e impedir otro genocidio, ocupó durante años el este de la RDC y saqueó -lo sigue haciendo- sus abundantes recursos naturales. Como en Palestina
  • En 1994, tras el genocidio en Ruanda, el nuevo régimen tutsi de ese país se dejó llevar por las ansias de venganza en el este del Congo masacrando a miles de refugiados hutus (tras el genocidio ruandés, cerca de 2 millones de hutus ruandeses se refugiaron en el este del Congo temiendo la venganza del nuevo régimen tutsi). La Ruanda tutsi ha intentado monopolizar el crimen de genocidio desde 1994, mostrándose como la única víctima y negando el posterior genocidio hutu, para poder manipular mejor a la comunidad internacional y tapar más fácilmente sus crímenes en la RDC. Como en Palestina
La geopolítica funciona con las mismas premisas en todo el mundo. La política exterior de los Estados Unidos -y del resto de potencias globales- prioriza sus intereses estratégicos nacionales (o los de su élite económica, política y militar, mejor dicho) por encima de los Derechos Humanos, el Derecho Internacional y la soberanía de los pueblos.

Palestina y el Congo se parecen en algunos aspectos. Pero la RDC celebrará este noviembre sus segundas elecciones democráticas, con el apoyo de la comunidad internacional. A Palestina le dejaron celebrar las primeras, pero por haber votado a quien no debía, no parece que le vayan a dejar celebrar las segundas.

divendres, 26 d’agost del 2011

Dilemas éticos africanos

Eloi ha llegado hace unos días a Butembo, para pasar unas vacaciones alternativas. Es el hijo de Ernest, el coordinador catalán de Veterinarios sin Fronteras - España (VSF-E) en la RDC. Eloi tiene 13 años, y vive en Navarcles (Barcelona). Ha venido 3 semanas a esta desdichada tierra para ver a su padre, al que echaba de menos después de 4 meses de separación. Ernest es un enamorado de África que ha pasado cerca de 10 años cooperando en varios países del continente, entre ellos Angola y Mozambique. De hecho, es en este último país donde Ernest conoció a la madre de Eloi, que también vive en Cataluña. Como habréis deducido, Eloi es mulato. Automáticamente, surge la pregunta: ¿Es Eloi un muzungu, como yo? Los congoleños tienen la respuesta; y a juzgar por las reacciones que no ha contado que tiene la gente al verlo, sí lo es. Y es que, aunque sus rasgos y su piel puedan ser un poco más cercanos a los de un congoleño que los míos, otros detalles le delatan: su pelo, su ropa, su manera de andar...

Este es Eloi
 
El martes fui con la gente de VSF-E, expatriados y locales, a tomar una cerveza al mítico Hotel Paradise. El motivo del encuentro era darle la bienvenida a Eloi y desearle una buena estancia en Butembo. Tras los mensajes de bienvenida y de hospitalidad de los congoleños, llegó el turno -como no podía ser de otra forma- de la discusión sobre política. Los 3 congoleños presentes se mostraron muy críticos con el actual presidente Joseph Kabila, aduciendo sus escasos resultados en la mejora de las condiciones de vida del pueblo, y desearon que las elecciones de noviembre traigan un presidente mejor. Joseph sucedió a su padre Laurent-Desiré en la presidencia del Estado después de que éste fuera asesinado en 2001 por uno de sus guardias de seguridad; más tarde, Joseph ganó limpiamente las elecciones de 2006. Laurent-Desiré Kabila, a pesar de sus defectos, será siempre recordado como el líder de la rebelión que logró en apenas 7 meses cruzar el país de este a oeste y derrocar la dictadura de Mobutu Sese Seko, que sometió el país desde 1965 hasta 1997.

Tras algunas cervezas y habiendo concluido los debates políticos, decidimos retirarnos. Yo me fui alegremente del local, con el resto. Diez minutos más tarde, caí en la cuenta de que había olvidado mi mochila en el bar...con el ordenador portátil dentro (ahora es cuando mi madre lee esta parte y exclama: ¡otra vez olvidando cosas por los puestos!). Regresé tan rápido como pude al lugar de los hechos, vi que la bolsa ya no estaba y pregunté al servicio por su paradero. Nadie sabía nada. Finalmente apareció otro trabajador del Paradise, con la mochila. Sospechosamente la había guardado, sin decírselo a sus compañeros. Le mostré mi gratitud tanto como pude, y me dispuse a abandonar el local. Pero alguno de sus compañeros me dijo: "¿Le deberías dar algo, no?" Yo me quedé sin capacidad de respuesta. Fabrice, el administrador congoleño de VSF-E, se acercó al muchacho y le prometió una cerveza de recompensa.

Y ahí empezó mi dilema ético africano. ¿Debería dar una recompensa económica a un empleado de un local, por hacer sencillamente lo que se espera de él, es decir, no robar a un cliente despistado? Mi lógica personal me impedía recompensar con dinero el comportamiento ético de otra persona. Pero en el Congo opera otra lógica: todo tiene su precio: todo se compra y todo se vende. Y a ella se añade otra lógica: el muzungu es rico, el muzungu paga la cuenta.

Con el dilema aún sin resolver, al día siguiente mi sorpresa fue que Moïse -el salvador de mis posesiones comparte nombre con otro salvador bíblico- llegó hasta la oficina de GADHOP, donde trabajo por las mañanas, para pedir su recompensa. ¿Cómo había averiguado dónde trabajo? Mandé decirle que le invitaría a una cerveza un día de esta semana; satisfecho o no, se fue por donde había venido.

Para resolver el dilema, consulté la cuestión con varios congoleños y finalmente decidí aparcar mi lógica; la lógica del país se impuso. El jueves por la mañana, volví al Hotel Paradise, en busca de Moïse. Me crucé con él en las escaleras, y vi que su cara se iluminaba al verme. Le dije: "quería agradecerte por haberme guardado y devuelto mi mochila; es decir, por tus principios". Saqué un billete de 5 dólares de mi bolsillo, y se lo di (una cantidad irrisoria para un europeo, pero una gran propina en un país donde el PIB/cápita en 2008 era de 182 $, siendo el de España 35.215 $, según el PNUD). Me contó que había preguntado a varias personas, hasta que se enteró del lugar donde trabajo. "Además, te quiero invitar a una cerveza. ¿Tienes tiempo para tomarte una cerveza conmigo?", le dije. "Sí, por supuesto", respondió. Pero cuando íbamos a tomarnos la cerveza, su jefe le recordó que aún no había acabado su trabajo. "Moïse, pues te la tomas cuando acabes de trabajar, OK?" Moïse y su jefe asintieron, y yo me fui con la agradable sensación de haber hecho lo correcto.

dilluns, 22 d’agost del 2011

Dinamizando vengo, dinamizando voy

Los pasados 15 y 16 de agosto, GADHOP celebró una importante doble sesión de trabajo en Butembo. Asistieron diversos actores: representantes de las 17 ONG miembros de la red; representantes de la sociedad civil de los Territorios de Beni y Lubero (la Provincia de Kivu Norte se divide administrativamente en 5 Territorios); y personas externas a GADHOP ligadas al campo de la comunicación (periodistas, profesores de universidad, etc.). El objetivo era iniciar el proceso de trabajo conjunto que debe llevar a que GADHOP cuente con una política de comunicación y un plan estratégico plurianual de comunicación antes de que acabe este año. La persona encargada de dinamizar las sesiones era el muzungu consultor experto en comunicación (?!?); o sea, yo. 

El muzungu, dinamizando

Durante el primer día presenté el Diagnóstico global que La Bretxa (mi organización) ha elaborado durante los últimos meses y que cuenta con dos componentes: 1/el Diagnóstico institucional, que analiza los procesos de comunicación internos de GADHOP (comunicación entre los miembros, entre los órganos de dirección, etc.); y 2/el Diagnóstico del ecosistema de comunicación en la Provincia de Kivu Norte, que describe los procesos de comunicación que se dan en el contexto regional. Podríamos simplificar este doble diagnóstico diciendo que el primero es una foto "interna" de la comunicación, y el segundo es una foto "externa". Elena, la consultora que me precedió, elaboró el primero y yo he trabajado en el segundo desde junio. Si os interesa echarle una ojeada a la presentación que preparé (en francés, bien sûr) para la restitución del Diagnóstico global, clicando aquí os la podéis descargar.

Durante el segundo día, los participantes debatieron sobre cómo mejorar la comunicación interna y externa de GADHOP. Las propuestas que surgieron de la reflexión se sintetizaron en 19 líneas estratégicas, que fueron votadas y aprobadas por las asociaciones miembros. Posteriormente se conformó un equipo de trabajo de 8 personas (formado por 7 representantes de los distintos órganos de dirección de la red más un servidor) que se reunirá una vez por semana durante los próximos meses para ir trabajando en la elaboración de la política y el plan de comunicación de la red.

Con el Presidente de la Comisión de Control y el Secretario Permanente

La dinamización de esta doble sesión de trabajo era un auténtico reto para mí puesto que es un campo donde no cuento con mucha experiencia; además era consciente de que este era uno de los momentos más decisivos de mi consultoría en Butembo, que marcaría los resultados finales del proceso.

Tengo que admitir que la tarea no fue fácil. Aunque GADHOP cuenta ya con 10 años de existencia, el funcionamiento interno de la red deja bastante que desear. El único espacio de discusión entre todos los miembros es la Asamblea General, que tiene lugar una vez al año en Butembo, y ni siquiera se realiza en un formato que favorezca la reflexión conjunta. El taller que preparé ofreció esos espacios de reflexión; como consecuencia, se abrió la Caja de Pandora, y salieron a la luz discusiones estratégicas no resueltas que nada tenían que ver con la comunicación. En varias ocasiones me vi desbordado por la situación, y tuve que recordar a los participantes que el taller era un espacio para reflexionar sobre la comunicación, y que GADHOP debía encontrar otros espacios para hablar de sus problemas estratégicos. De hecho, esta situación hizo más patente que nunca la necesidad que tiene la red de una política de comunicación que defina canales estables de comunicación interna y externa.

Finalmente, a pesar de las dificultades, conseguimos trazar entre todas y todos unas líneas de trabajo claras, y conformar un equipo que se encargará de convertirlas en documentos concretos. Una sensación de satisfacción y de alivio general flotaba en el aire mientras el Secretario Permanente clausuraba oficialmente la doble sesión de trabajo. Prueba superada; continúa el proceso.

dimecres, 17 d’agost del 2011

La energías "alternativas" de Butembo

Vuelvo al blog después de varios días de desconexión, literalmente hablando. Vodacom, el principal proveedor de Internet en el este del Congo, nos ha tenido incomunicados durante 6 días enteros. A ello hay que añadir que durante los últimos días los dos principales operadores de telefonía móvil (Airtel y Vodacom) tampoco han funcionado (siendo lo segundo mucho más grave para los congoleños, teniendo en cuenta su uso masivo del teléfono móvil y el uso marginal que hacen de Internet). Este es el estado de las telecomunicaciones en la RDC, que se encuentra a años luz del que gozamos en Europa. Es lo que en desarrollo se conoce como la "brecha digital".

No sólo hay problemas de acceso a Internet; la calidad del servicio también es pésima. Éste llega a sus escasísimos clientes congoleños exclusivamente por vía satélite, puesto que no existe una red de telefonía fija por cable de cobre, tal como la conocemos en Europa. Además, el país está desconectado de las autopistas de fibra óptica regionales. Como resultado, navegar por Internet en la RDC es una experiencia generalmente desesperante...Las revueltas árabes y sus jóvenes expertos en el uso de Facebook, You Tube, Twitter, etc. quedan muy lejos de estas latitudes.

Hoy quiero contaros qué supone vivir en una ciudad como Butembo, a nivel energético. Sin ir más lejos, quiero hablaros del consumo energético en mi casa.

Cada mañana hacia las 6am (excepto sábados y domingos) llega a casa Joseph, nuestro asistente doméstico, que se encarga de lavar la ropa, limpiar y otras cuestiones logísticas; trabaja hasta las 17h, la hora en la que llega Jeannot, el vigilante nocturno. Soy consciente de que es un lujo contar con Joseph, un servicio con el que no cuentan todos los expatriados. Pero a fin de cuentas, llegué a esta casa y ése era el sistema, y así seguirá funcionando cuando yo me vaya. En cualquier caso, el lujo es relativo cuando se tiene en cuenta que Joseph cobra solamente 120 dólares al mes...un sueldo que ya es muy superior a la media congoleña, que se encuentra entre 30 y 50 dólares mensuales.

Lo primero que hace Joseph al llegar a casa es poner a calentar un recipiente de agua en la cocina, con gas butano. No es la única manera: en la primera casa donde estuve al llegar a Butembo, el vigilante calentaba el agua con carbón. Al cabo de media hora, vierto el agua -que ya está a punto de ebullición- en un balde lleno de agua natural y con el resultado de la mezcla, tomo mi "ducha" matinal. 


Normalmente durante el día no encendemos el generador (que en francés tiene el pomposo nombre de groupe electrogène), de forma que no hay electricidad en la casa. Cada litro de carburante cuesta unos 2 dólares, algo que pesa como una losa sobre la economía de la ciudad y del país entero. ¿Y cómo plancha la ropa Joseph? Evidentemente -o no- con una plancha que contiene brasas de carbón en su interior. Una imagen que nos transporta, a la mayoría de nosotras y nosotros, a la época de nuestros abuelos. Pero en el Congo, esta es la realidad, hoy.


Después de trabajar todo el día, vuelvo a casa hacia las 18h, la hora en que anochece. Si por desgracia el trabajo me absorbe más allá de esa hora, tengo que dejar la bici en la oficina y volver en moto-taxi; al no existir iluminación pública en la mayoría de calles de la ciudad, circular de noche se hace impracticable, además de peligroso. Una vez en casa, con el sol de retirada, es el momento de encender el generador eléctrico. De golpe, su ruido lo invade todo. Pero para cualquiera que lleve unos meses viviendo en Butembo, ese ruido no es más que el ligero zumbido de una mosca cojonera, al que te acabas acostumbrando. Finalmente, el último que se va a dormir (normalmente es Amy, la chica de los EEUU con la que comparto la casa), apaga el generador. Vuelve el silencio.


Como ya habréis deducido, como menos vida social se tiene en Butembo, más horas en casa por la noche, más consumo energético y más gasto económico. Generalmente, visitar a los amigos es una práctica recomendable; en Butembo, más.

dimarts, 9 d’agost del 2011

Butembo, la ciudad del barro

Si tuviera que definir Butembo -mi ciudad congoleña adoptiva- en un solo color, sería el marrón. Es cierto, el verde también domina las colinas que rodean la ciudad, pero es el marrón quien le da personalidad y carácter. Ese color no es casual: sin un solo kilómetro de asfalto en toda la extensa ciudad, es el color de la tierra el que lo impregna todo. Y no en todas las ciudades de la Provincia de Kivu Norte predomina el marrón; hace poco estuve en Goma y observé que, debido a la naturaleza volcánica de su suelo, es el negro el que allí destaca.

El marrón es el dueño de Butembo, en general. Pero cuando llueve a raudales, como fue el caso este lunes, de dueño pasa a rey; y tras la lluvia aparece su gran aliado, el barro, que defiende el color marrón con fervor. Las calles se convierten en pistas de patinaje por donde circulan -y resbalan- peatones, motos, bicis, carros, cabras, etc.


Los cooperantes de Butembo -unos 12 en total, según un censo aproximado que hicimos el viernes pasado entre cervezas- no se manchan, porque se desplazan en 4X4. Pero yo, simple consultor de una pequeña ONG (La Bretxa), no cuento con un coche; mis medios son otros: la bici, las moto-taxi y mis pies. Por ello, el barro siempre me acompaña. Desde que asumí que mi ropa estará sucia hasta el último día que deje el país, todo es más fácil.

El espectáculo del barro llega a su apogeo en la amplia carretera principal, la columna vertebral de Butembo. Debido a las obras de asfaltado financiadas por los chinos (a cambio de a saber qué concesiones en la explotación de recursos naturales), la lluvia se ceba en la carretera y se recrea formando grandes charcos (o pequeños lagos). Hoy les comentaba a mis compañeros de GADHOP que, el día que la carretera principal esté alquitranada y se acabe definitivamente el barro, lo echarán de menos; pero que, afortunadamente, cuando les asalte la nostalgia por el barro desaparecido, tendrán todo el resto de la ciudad para recordarlo. Por sus risas, entiendo que les gustó la idea.

La construcción de la carretera avanza a paso...(iba a usar el adjetivo "febril", pero creo que sería más apropiado para Shangai que para Butembo)...lento pero seguro. Como es habitual, los políticos están intentando que las obras acaben antes de las elecciones legislativas y presidenciales previstas para el próximo noviembre, para sacar rédito político; visto el ritmo de trabajo y lo que queda por hacer, parece poco probable.


El Estado congoleño apenas empieza a hacerse visible en el Kivu Norte y en otras zonas del país. La carretera de Butembo es la primera gran obra pública en la Provincia desde la llegada de la democracia en 2006. La RCD es lo que se conoce como un Estado en construcción y la comunidad internacional, después de 5 millones de muertos en las dos guerras del Congo (entre 1996 y 2003), parece haber entendido que si deja caer al gigante africano, todo el continente podría desestabilizarse. Es por ello que la Unión Europea ya ha anunciado que mandará observadores a las elecciones de noviembre (elecciones que, por supuesto, también va a financiar). El gigante necesitará nuestra ayuda, porque tiene los pies de barro; como el de las calles de Butembo.

divendres, 5 d’agost del 2011

El tesoro de los belgas

Hace unos días salí de casa, como cada mañana, con mi inseparable bicicleta de segunda mano. Pero antes le pregunté a Joseph, nuestro asistente doméstico, dónde podía encontrar un lugar donde hincharan ruedas de bici. La rueda trasera del vehículo estaba en horas bajas y necesitaba una buena inyección aérea. "Cerca de casa, en la carretera principal, encontrarás un lugar donde lo hacen", dijo. Y me fui para allá.

Mis dos mascotas: la bici y la gata Mademoiselle Bleue

En la carretera principal, los obreros congoleños trabajan cada día sin prisa ni pausa bajo las órdenes de ingenieros chinos -apenas visibles- para convertir esta ruta en la primera asfaltada de toda la ciudad. Pocos metros después de acceder a dicha carretera, divisé a mano izquierda un pequeño puesto de reparación de bicicletas. Tras unas cuantas manchadas y el pago de 200 Francos congoleños (apenas 20 céntimos de dólar), la rueda habría recobrado su fuerza y esplendor.

Finalizada la operación, me disponía a seguir mi camino, cuando el dueño del puesto se me acercó con disimulo. Me hablaba en voz baja, y parecía incómodo por la presencia de otras personas que nos miraban con curiosidad. Me apartó unos metros del resto y ya más relajado, el hombre empezó a contarme una sorprendente historia:

- "Mi abuelo está muerto"
- "Extraño comienzo", pensé
- "Él trabajaba con blancos"
- "Belgas?"
- "Sí, belgas. Pero eso era antes de la independencia. Cuando llegó la independencia del Congo, se fueron del país"
- "Los echasteis; bien hecho" añadí dejando clara mi posición anti-colonialista, de forma gratuita
- "Trabajaban en una mina"
- "Ah sí? ¿De qué era la mina? ¿De cobre?" (la explotación del cobre fue la columna vertebral de la economía congoleña durante todo el periodo colonial, hasta que en los años noventa empezó a decaer)
- "No. De oro"
- Ah
- "Los blancos tenían mucho oro, y antes de huir lo enterraron. Dijeron que volverían a buscarlo más adelante. Pero nunca volvieron".
- "¿Y usted encontró el oro?"
- "No. Yo conozco más o menos la zona dónde se encuentra el oro, pero...para encontrarlo necesito una máquina, y no tengo el dinero para comprarla. Había pensado que si usted puede...si usted tiene esa máquina, podemos buscarlo juntos y usted se queda una parte del oro que encontremos"
- "Y el oro está por la zona de Butembo?"
- "Está...por el bosque"
- "Mire...yo es que trabajo con una ONG. No me interesan los minerales. Estoy aquí para ayudar al Congo, no para quedarme con sus recursos" (momento de heroicidad).
- "Ah...bueno. En todo caso, gracias. Buenos días"
- "Mucha suerte, espero que encuentre el oro. Adiós"

Y ahí acabó el relato. Cogí la bici y empecé a pedalear en dirección a la oficina. Ante las miradas atónitas de los congoleños y congoleñas con los que me iba cruzando, pensaba si había sido testigo de la historia pre-fabricada número 1 para engañar a muzungus ambiciosos, o si había dejado escapar la oportunidad de mi vida, la que me permitiría jubilarme con 34 años de edad. 

Vista de la carretera principal de Butembo

Más allá de la posible picaresca local que siempre puede rodear a un muzungu, hay un hecho innegable: la República Democrática del Congo rebosa de minerales (y de recursos naturales en general), en una cantidad y diversidad inauditas en el mundo. Oro, cobre, zinc, cadmio, plata, plomo, manganeso, coltán, cobalto, uranio, etc. Muchos actores se disputan ese botín: multinacionales, políticos y comerciantes locales, ruandeses, el ejército, grupos armados, etc. Y el circuito oculto que conlleva su producción, explotación, distribución y comercialización es el motor que alimenta la violencia y las violaciones de Derechos Humanos persistentes en el este del país.

La última vez que estuve en Beni (al norte de Butembo), un congoleño me contó la historia de un noruego que trabajaba en una respetada ONG noruega, que había comprado un detector de metales y se dedicaba secretamente a buscar oro. Trabajaron juntos hasta que el hombre amasó una buena fortuna y se fue del país. En esa ocasión, el congoleño que me contó la historia también me ofreció buscar oro junto a él, con la ayuda de la máquina.

En Barcelona, el aparato más deseado quizá sea un iPhone; pero en el Congo, muchos sueñan con un detector de metales.

dimarts, 2 d’agost del 2011

Poniendo la primera piedra (prestada)

El sábado pasado, GADHOP celebró su Asamblea General anual en Butembo, en la que se aprobaron las cuentas de 2010 y se tomaron diversas decisiones estratégicas; entre las más trascendentes, la de expulsar a 5 miembros de los 22, debido al impago acumulado de las cotizaciones anuales. Cada miembro de la red está obligado a contribuir al sostenimiento de ésta con 60 dólares anuales. Evidentemente, GADHOP no puede sobrevivir solamente con los aportes de los miembros, y depende de los fondos de cooperación internacional al desarrollo.

Entre los varios momentos estelares de la Asamblea, destaco el siguiente: una representante de la Comuna de Kimemi (Butembo está dividida en 4 Comunas), que estaba invitada al evento en tanto que autoridad municipal, estaba participando en todas las votaciones destinadas a los miembros (parece que no había entendido muy bien su papel de observadora); hasta que alguien estalló: "¡La señora está participando en todas las votaciones y no es miembro de GADHOP!". Hubo que revisar las votaciones anteriores y restarles un voto. La señora de la Comuna, frustrada, decidió desconectar de la Asamblea, apoyó la cabeza sobre sus brazos, y se puso a dormir plácidamente.

El domingo, ya cerrada la Asamblea General, fue el momento de los parlamentos. 2011 es una fecha especial para GADHOP, puesto que se cumplen 10 años de su fundación, así que los miembros hicieron un repaso histórico de la red, con la vista puesta en el futuro. Pero antes que todo eso, hicimos una visita matinal a la parcela donde la red pretende construir su nueva sede. Actualmente, GADHOP alquila parte de un edificio en el centro de la ciudad. Contar con una sede propia les permitiría liberarse del pago del alquiler, y trabajar en mucho mejores condiciones, mejorando el impacto de sus acciones. Todo un reto para la red, puesto que el dinero necesario para construir el edificio asciende a 170.000 dólares (algo que evidentemente sólo pueden conseguir con fondos de cooperación internacional). El evento en cuestión consistía en poner simbólicamente la primera piedra del futuro edificio.

Cuando llegamos a la parcela, nos dimos cuenta de que los preparativos del acto no estaban listos. Ni rastro de la deseada primera piedra. De golpe apareció el ingeniero, que corriendo esforzadamente llegó hasta nosotros. Antes las preguntas de Moïse (el Secretario Permanente), el ingeniero se defendió: "Bueno, es que el programa de las actividades decía que la puesta de la primera piedra era más tarde...En una o dos horas estará todo listo". Alguno de los presentes murmuró: "Hace días que esto debería estar listo". Viendo que no había marcha atrás, el ingeniero improvisó una salida: se puso a correr hacia una casa en construcción cercana, donde había una acumulación de piedras, y trajo una de ellas. Con la primera piedra en su sitio, el acto podía empezar. No pude evitar hacer el siguiente comentario jocoso a los asistentes: "¿Comenzar el edificio con una primera piedra robada no es muy bien inicio, no? Entre risas de los asistentes, el ingeniero puntualizó: "No es robada; es...prestada. Luego la devolveremos". 


 Los dirigentes de GADHOP, durante el acto

A medida que el acto seguía su curso, cada vez más gente de la comunidad se iba acercando para curiosear. Una vez finalizada la puesta de la piedra, los miembros de GADHOP aplaudieron; las vecinas y vecinos presentes, visiblemente animados, les secundaron con aplausos, gritos y risas. Cuando ya nos estábamos yendo, las decenas de vecinos que habían acudido espontáneamente al evento se quejaron: estábamos incumpliendo con la tradición. Ésta manda que, cuando se inicia la construcción de una casa, hay que rociar la tierra con kasiksi, una bebida alcohólica local producida con plátano. Con esta ofrenda, se busca asegurar la protección de los ancestros hacia la nueva construcción y hacia aquellos que la habitarán. La iglesia cristiana ha hecho todo lo posible por erradicar estas prácticas animistas y reforzar así su control social, pero la realidad sobre el terreno muestra que siguen vivas entre la población local. El administrador de GADHOP resolvió la situación: sacó 5 dólares de su cartera y se los dio a la gente. "Asunto arreglado. Ellos mismos comprarán la bebida, y harán la ofrenda", dijo.

El representante del Ayuntamiento de Butembo pone la primera piedra (prestada)

Pero aún queda un requisito por cumplir: en la cultura local, el inicio de la construcción de una casa se celebra con toda la comunidad; se mata una cabra, y su carne se comparte con vecinas y vecinos. La gente de GADHOP me aseguró que así lo harán, aunque más adelante. Con la primera piedra (prestada) en su lugar, la protección de los ancestros y la aprobación de la comunidad, el nuevo edificio de GADHOP podrá pronto empezar a crecer.