El domingo pasado llegó a Butembo un equipo que está
trabajando en un documental sobre la justicia internacional.
Las dos personas que llegaron de Barcelona son Germán, el director
del documental, y Ana, la camarógrafa. Germán es también el
director de La Bretxa, la ONG especializada en el campo de la
comunicación para el desarrollo que me trajo a Butembo.
Volaron desde Barcelona hasta Entebbe (Uganda). En un principio
tenían previsto volar también desde Entebbe hasta Butembo, pero la
compañía congoleña que opera regularmente entre las dos ciudades,
CAS, no tiene buena reputación en materia de seguridad. De hecho,
todas las aerolíneas congoleñas están en la lista negra de la
Unión Europea porque no ofrecen garantías de seguridad suficientes
a sus pasajeros. Y a Bruselas
no le falta razón: la frecuencia de accidentes aéreos que padecen
las aerolíneas congoleñas es inquietantemente elevada. En el más
reciente de ellos, sucedido
el pasado 8 de julio, murieron
en la ciudad de Kisangani 74 personas. Considerando este panorama, Germán
y Ana decidieron llegar a Butembo por tierra,
una opción que tampoco es 100% segura
debido a los cortes de carreteras que suelen llevar a cabo algunos
bandidos y grupos armados que operan en el Kivu Norte. Afortunadamente, finalmente llegaron sanos y salvos a Butembo.
El lunes se unió al equipo del
documental Caleb, un congoleño de Goma que trabaja de fixer,
es decir, que se encarga del apoyo logístico y de obtener los
permisos necesarios para filmar. Y el martes se les unió Patrick, un periodista de Kinshasa que está llevando a cabo una investigación sobre la justicia internacional. Yo también
les he estado apoyando en las cuestiones logísticas.
El
documental gira entorno al caso
de Thomas Lubanga,
que ha sido acusado de
crímenes de guerra por la Corte Penal Internacional
(CPI)
y está siendo juzgado desde enero de 2008 en
la sede de ese organismo, en la Haya (Países Bajos). El caso de
Lubanga es histórico, puesto que fue
el primer acusado que compareció ante la CPI,
que empezó a operar en 2002. Concretamente se le acusa de haber
reclutado y utilizado a niños soldado en el conflicto armado que
tuvo lugar en la región de Ituri (noreste de la RDC) entre 2002 y
2003, que se estima provocó unos 50.000 muertos y cientos de miles
de desplazados. Lubanga era el líder del partido UPC
(Union
des Patriotes Congolais),
compuesto por miembros de la etnia Hema, cuyo brazo armado se enfrentó
brutalmente a las milicias de la etnia rival, los Lendu. De hecho,
dos
líderes de las milicias Lendu,
Germain Katanga y Mathieu Ngudjolo Chui, están
también en el banco de los acusados en La Haya.
En el trasfondo de esa guerra, estaban como siempre los vecinos de la
RDC: Uganda y Ruanda.
Lubanga
y su partido también han sido acusados por organizaciones de
Derechos Humanos congoleñas de ser responsables de brutales
actos
de violencia sexual
contra mujeres y niñas durante el conflicto en Ituri (un crimen que cometen habitualmente todos los grupos armados del país, incluyendo a
las fuerzas armadas y la policía). Aunque las evidencias de esos
actos son muchas, la
CPI decidió desestimar ese cargo y se limitó a acusar a Lubanga del
uso de niños soldado,
algo que sentó muy mal a la sociedad civil del país, especialmente
a las organizaciones de mujeres.
El
equipo de La Bretxa se encuentra en estos momentos en Bunia, capital
de Ituri y feudo de Lubanga, intentando entrevistar y filmar a
víctimas de ese conflicto. No será fácil puesto que, aunque el
conflicto acabó, la
total impunidad reinante en el país hace
que víctimas y verdugos sigan conviviendo en las mismas comunidades
como si nada hubiera pasado; las víctimas, especialmente las
mujeres, aún temen hablar públicamente de sus experiencias por
miedo a las represalias. El objetivo de La Bretxa es elaborar
un documental que arroje luz sobre el desconocido conflicto del Congo
y sensibilice sobre el
rol de la justicia internacional como herramienta para la resolución
y prevención de conflictos armados.
El
martes 20 Germán y Ana regresarán a Barcelona, espero que cargados
de imágenes y testimonios esclarecedores. Y espero también que el
documental contribuya a desmontar el mito
occidental según el cual las guerras africanas son el resultado de
incomprensibles e irracionales rivalidades étnicas y tribales.
El caso del Congo es paradigmático: el motor que mueve las guerras
en este país, desde que los belgas llegaron para "civilizar"
a sus habitantes
a finales del siglo XIX hasta el día de hoy, no es el tribalismo
sino la avaricia que desatan entre
los hombres sus inmensas riquezas naturales. El
tribalismo es simplemente la efectiva herramienta que permite
perpetuar el conflicto y sostener así los beneficios económicos; la usaron hábilmente los colonos belgas y la siguieron usando tras
la independencia los nuevos beneficiarios de la explotación de los recursos naturales del país: las élites congoleñas,
los grupos armados, las multinacionales extranjeras, los países
vecinos...
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