Hace casi 4 meses llegué al Congo para trabajar en un proyecto que
busca reforzar las capacidades comunicacionales de GADHOP, una red
formada por 17 ONG de Derechos Humanos y basada en Butembo (Provincia
de Kivu Norte). El proyecto está financiado por la cooperación
catalana y promovido por la ONG -también catalana- La Bretxa, que
está especializada en el campo de la comunicación para el
desarrollo.
Es para todo el mundo muy obvio que la educación, la salud o las
infraestructuras contribuyen al desarrollo de un país. No lo es
tanto que la comunicación también juega un rol determinante
en esa meta que tantos países persiguen y tan pocos encuentran. Unos
medios de comunicación libres, independientes, creíbles y rigurosos
favorecen el intercambio de ideas, la participación, la
transparencia, la gobernanza, la rendición de cuentas por parte del
poder, etc. Una sociedad civil dinámica puede usar la comunicación
para dar voz a los sin voz, denunciar los abusos del poder, las
injusticias del sistema, etc. Dentro de la comunicación para el
desarrollo podemos distinguir la comunicación para la paz,
que promueve valores como la paz, la solidaridad, la diversidad, la
tolerancia, etc.
Pero toda moneda tiene dos caras: la comunicación, usada de forma
perversa, puede no solo alejarnos del desarrollo sino incluso
llevarnos al conflicto violento, a la alienación, al odio, etc. Un
caso paradigmático de ello fue la Radio Mille Collines, que en la Ruanda de 1994 animó con
sus mensajes a la población hutu a participar en el genocidio de los
tutsis promovido por el gobierno. Es lo que se conoce como hate
media (medios de comunicación del odio). Hasta qué punto
contribuyó esa radio a la eliminación física de cerca de 700.000
personas es imposible saberlo; pero su responsabilidad en la matanza
es indudable.
La premisa del proyecto es que si GADHOP cuenta con capacidades
comunicacionales más fuertes, podrá ser más efectiva en su
misión: la promoción de los Derechos Humanos y la paz. La
inseguridad constante en el este de la RDC genera decenas de muertos
cada semana, a manos de bandidos y de varios grupos armados. Decenas de niñas y mujeres son violadas cada semana, por esos
mismos grupos y por civiles. El Congo necesita imperiosamente
contar con una sociedad civil fuerte y organizada que denuncie esos
crímenes y reclame el respeto de los derechos de la población,
especialmente cuando instituciones del Estado como el ejército y la
policía -supuestos defensores de la ciudadanía- son los principales
responsables de esos abusos (como los informes de GADHOP no se cansan
de señalar).
Por todo ello, La Bretxa está apoyando a GADHOP en la elaboración
de una política de comunicación y un plan estratégico de
comunicación para los próximos años. Aunque los dos documentos
están en proceso y no estarán terminados hasta noviembre, avanzan a
buen ritmo y ya revelan algunas prioridades comunicativas de la
red: crear una estación de radio comunitaria propia y una página
web institucional, formar a las organizaciones de base en la
grabación de vídeo mediante teléfonos móviles (para documentar
mejor las violaciones de los Derechos Humanos), crear una unidad de comunicación
en el seno de la red, formar a las asociaciones miembro en
comunicación para la paz, etc. La Bretxa ya está buscando
financiación para poder dar respuesta a todas o a parte de estas
prioridades durante 2012. El contexto actual de la cooperación
internacional al desarrollo -con recortes masivos en las partidas
públicas destinadas a la solidaridad- no facilita esta búsqueda,
pero vale la pena intentarlo.
GADHOP está dando un gran salto
hacia adelante. En la medida que sus capacidades
comunicacionales se vayan fortaleciendo, su capacidad de denuncia
a nivel nacional e internacional será mayor, y la población del
Kivu Norte estará un poco más protegida y consciente de sus
derechos básicos. El Congo necesita que haya paz en el este de su
territorio para poder desarrollarse, y la población catalana -a
través de sus impuestos- está poniendo su granito de arena para que
esa paz se haga realidad.